El poder del pensamiento positivo
El poder del pensamiento positivo Nuestros pensamientos y
creencias son, en cierta manera, los “anteojos” con los que percibimos e
interpretamos los hechos de la realidad. Esto significa que, si cambiamos
nuestra manera de ver las cosas, de interpretarlas, la vida puede cambiar.
Entre un acontecimiento y las respuestas que emitimos frente
a este, existen siempre pensamientos que median. Es por eso que, ante una misma
situación, hay interpretaciones distintas.
Es decir que un mismo hecho puede ser visto por una persona
de manera positiva y por otra de manera negativa, lo que determinará la actitud
que tomará cada cual ante una misma situación.
Las mujeres debemos estar más atentas a esto porque tenemos
una mayor predisposición a pensar de manera negativa debido a distintos
motivos, como por ejemplo una mayor emotividad, cambios hormonales (producto
del síndrome pre menstrual, de la menopausia, etc.) y otros factores
ambientales y sociales.
¿En qué consiste el poder del pensamiento?
Los pensamientos tienen el “poder” de influir sobre el
estado del ánimo y las conductas de las personas con o sin la presencia de un
hecho externo, porque pueden activar diferentes emociones como la alegría, la
ira y el miedo.
En este sentido, una situación en apariencia positiva puede
serlo o no, según la interpretación que cada uno le da a ese hecho que
efectivamente está sucediendo. Es decir, lo que cada uno se dice a sí mismo va
a determinar cómo uno se va a sentir y el modo en que va a actuar frente a ese
hecho. De esta manera, no son necesariamente las situaciones externas las que
nos hacen sentir bien o mal, sino lo que pensamos acerca de las mismas.
¿Cuáles son los factores que predisponen a una persona a
pensar negativa o positiva?
Existen diferentes causas que intervienen en la forma de
pensar de las personas:
- La predisposición biológica: la carga genética de nuestros padres nos va a predisponer en la manera de pensar.
- Los aprendizajes: a través del aprendizaje por observación o por imitación una persona copia conductas y estilos de pensamientos.
- El sistema de creencias y pensamientos: son aquellos en base a los que las personas interpretan los hechos de la realidad. No son los hechos del exterior los que nos perturban, sino la manera en que los interpretamos de acuerdo a nuestros pensamientos.
- También hay distintos tipos de pensamientos que pueden calificarse como “negativos”, y que muchas personas experimentan en el día a día:
- Pensamientos anticipatorios: anticipar de manera negativa lo que puede llegar a suceder. Por ejemplo, al hacerse un examen médico de rutina pensar que algo malo saldrá en los resultados o que el médico lo está pidiendo porque vio algo malo en nosotros.
- Pensamientos catastróficos: suponer sin motivo que sucedió algo terrible. Por ejemplo, si un amigo está retrasado pensar que fue porque tuvo un accidente.
- Pensamientos rígidos: ver las situaciones en blanco o negro, sin lugar para los grises, que al fin y al cabo son los que nos permiten una mayor adaptación al medio y la posibilidad de pensar otras alternativas. Por ejemplo, si uno rinde mal un examen asumir que por eso se debe dejar la carrera.
- De todas maneras, los pensamientos negativos son reversibles. Para desterrarlos de nuestra mente debemos trabajar el optimismo, aprenderlo, practicar pensamientos positivos hasta que nos salgan casi sin darnos cuenta.
¿Qué es el optimismo?
El optimismo es una conducta que se aprende, es la visión
que uno tiene de sí mismo, de los otros y del mundo; y tiene que ver con un
estilo o forma de interpretar los hechos de la realidad, centrado en el
pensamiento resolutivo.
Tener pensamientos positivos no es ser ingenuo o pretender
no ver la realidad o ver todo “color de rosa”, sino que se trata de promover
una actitud saludable frente a las diferentes problemáticas que se nos plantean
y pensar en términos de soluciones frente a los diferentes obstáculos que se
nos van presentando en la vida diaria. Hay que tener en cuenta que los
pensamientos positivos estimulan emociones de bienestar, generando una
retroalimentación positiva entre lo que pensamos y cómo nos sentimos.
¿Por qué pensar de forma positiva?
El pensar de forma negativa activa las emociones de malestar
y perturbación permanente. En cambio, los pensamientos positivos generan
emociones de bienestar.
Las personas positivas tienen una mayor capacidad de
resiliencia, es decir, de adaptación a las situaciones adversas sin enfermarse.
Esto significa que disponen de mayores recursos psicológicos para enfrentar los
diferentes problemas, conservando su salud mental y saliendo fortalecidas.
Además, pensar de forma positiva nos permite disfrutar más
-tanto de las grandes como de las pequeñas cosas-, tener una buena calidad de
vida, un buen estado de salud y bienestar y contar con una capacidad de
disfrute en todos los niveles: laboral, familiar y social.
Consejos para pensar de forma positiva:
- Agradecer todo lo bueno que pasa durante el día, inclusive las cosas simples.
- Evitar las expresiones negativas.
- Expresarse de forma positiva cada vez que se tenga oportunidad, resaltando las características buenas de las situaciones que nos rodean. Por ejemplo, despertarse y reconocer que es un hermoso día de sol.
- Ejercitar los pensamientos resolutivos frente a los diferentes obstáculos que se presentan en la vida cotidiana. En vez de quejarse, pensar en soluciones.
- Identificar las charlas negativas con uno mismo para poder interrumpirlas, y pensar la misma situación de manera positiva.
- Practicar la risa, porque al reírnos liberamos endorfinas, lo que genera una sensación de bienestar y estimula los pensamientos positivos.

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