CÓMO COMBATIR LA MELANCOLÍA Y LOS ESTADOS DEPRESIVOS
Hay épocas del año como el otoño, con la denominada astenia otoñal; después de las vacaciones de Navidad, cuando vemos que el invierno se presenta largo, las fiestas se han terminado y todo vuelve a la rutina; o en primavera, tras la Semana Santa y con tantos cambios de iluminación, horarios, el tiempo…Muchas personas no pueden dejarse llevar por la melancolía que provocan las fiestas de Navidad o de Semana Santa mientras están rodeados de familiares y trabajo extra con comidas, cenas, compras en Navidad o procesiones en Semana Santa. Es más tarde, cuando se quedan solos, cuando se les viene todo encima. Según el instituto Nacional de Salud, la Navidad es la época del año con mayor incidencia de depresión, se calcula que casi un 80% de la población se siente solo, padece estrés, ansiedad, melancolía o depresión, le siguen el otoño y la primavera.
Junto a los trastornos estacionales , se encuentran situaciones como la ausencia de un ser querido, carencias de familias desestructuradas, rupturas de pareja, enfrentar enfermedades terribles o la crisis que sufren miles de hogares por falta de trabajo y recursos económicos.
El estado depresivo surge de pensamientos negativos distorsionados respecto a la visión de la persona de sí misma, del mundo y del futuro.
Debemos recordar Vivir el momento presente tal y como es. Conviene hacer una lista de las cosas buenas que se tienen en la vida centrándose cada día en ellas, apartando los pensamientos negativos. Para conseguirlo es importante estar activos practicando actividades que nos gusten, evitando así reflexionar siempre sobre los mismos pensamientos negativos.
Practicar yoga, aprender a bailar, acudir a un gimnasio, salir a caminar por la naturaleza o apuntarnos a paseos por la montaña en grupos. Hacer ejercicio es una forma ideal de oxigenar con diversión tu cerebro.
Ante pérdidas recientes de seres queridos debemos concedernos un tiempo de duelo, de adaptación a la situación, de recogimiento y maduración de lo ocurrido. Apoyarnos mutuamente en los familiares o amigos que estén compartiendo la misma pérdida para tratar asimilarlo juntos o buscar la ayuda de psicólogos profesionales que nos ayuden a superarlo.
Cuando nos entra la melancolía de los familiares y seres queridos que regresaron a sus lugares de trabajo lejanos , podemos conectarnos con ellos con programas que nos permitan comunicarnos y verles las caras por chats y así sentirlos cerca, recordando que los sentimientos no saben de distancias geográficas.
Ante cualquiera de estas situaciones es conveniente no encerrarse en casa y tampoco aislarnos en nuestra tristeza que agravaría la situación. No es conveniente la soledad, es necesario buscar familiares o amigos y seguir relacionarnos o apuntarnos a actividades donde podamos conocer y charlar con gente que practique las mismas actividades.
Lo más importante es saber que sólo desde nuestro interior podremos lograrlo, no podemos esperar que los demás nos hagan felices con determinados comportamientos. No son los demás o las circunstancias de nuestra vida lo que nos salvara. Algunos actos o circunstancias ayudan a que nos sintamos mejor, pero sólo será algo engañoso y pasajero si no conseguimos saber vivir con circunstancias adversas o independientes de los comportamientos ajenos.
Debemos huir de la queja, el victimismo, la pereza, la desidia y la comparación.
Es fundamental expresarse y desahogar nuestras tristezas y pedir ayuda. Sacar afuera los fantasmas. Muchas veces sentimos la necesidad de desahogarnos con alguien que nos tome en serio. Psicólogos profesionales nos pueden ser de gran ayuda al proporcionarnos terapias individualizadas que nos ayuden a ver nuestra realidad con nuevos ojos.
“Sufrimos más por nuestras opiniones que por los acontecimientos mismos”. Séneca.
Tal vez ha llegado la hora de replantearme los propios conceptos, esos que me hacen desgraciado y cambiarlos por otros.
Quizá la vida no es el cuento de hadas que nos contaron, y yo no soy la princesa/príncipe del cuento de hadas al uso, pero eso no significa que sea un mal cuento. La vida es saber ser feliz con las cosas sencillas, vivir cada momento intensamente, saber que hay momentos que nos ponen a prueba, pero que son los más importantes para aprender y salir reforzados. La vida es sonreír a pesar de no ser un cuento de hadas, aprender a amarnos tal como somos y amar la vida tal y como es, sin querer que sea lo que nos han contado que tiene que ser.
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