Mentiras en Niños Preescolares





Mentiras en Niños Preescolares


La mentira en los niños y niñas: La mentira es un mecanismo de defensa de las personas. Es algo natural en nuestra especie, que cumple varias funciones como proteger la autoestima, el anhelo de ser aceptado y amado, evitar que nos juzguen, proteger la intimidad, obtener lo que se desea, etc.

Es un falso mecanismo de defensa, ya que la mentira nos atrapa en sí misma. Nos lleva al autoengaño y al desequilibrio y malestar emocional. La sinceridad, por lo tanto nos libera y nos aporta salud emocional.

Las mentiras son por desgracia, algo habitual en el ser humano. En ocasiones sin saber muy bien porque se produce el mecanismo que nos hace mentir. Es un mecanismo de defensa y de protección. Pero aunque sea algo natural y en cierto modo adaptativo, mentir no es bueno, en el sentido de que la mentira nos atrapa y nos hace no afrontar realidades.

Es fundamental fomentar en los más pequeños el hábito de decir la verdad, para que lo generalicen en su futuro. Ya que ser capaz de decir la verdad y asumir la realidad es muy importante para el desarrollo emocional sano, para la autoestima y para las relaciones sociales.

¿POR QUÉ MIENTEN LOS NIÑOS Y NIÑAS?

Todos los niños y niñas pequeños en algún momento de su desarrollo mienten. Tenemos que ver diferentes tipos y causas de las mentiras de los niños y niñas. Algunas de estas mentiras son naturales y apropiadas, ya que tienen que ver con el mundo de fantasía de los niños. En todo caso son etapas comunes, pero debemos prestar atención a que éstas no se generalicen y se transformen en hábito.


Diferentes tipos de la mentira en los niños y niñas.

Antes de los 5 años, existen unas mentiras, que son naturales y sin intención, su fantasía natural y espontanea, se mezcla con la realidad. Una mentira no tiene más importancia, pero cuando se mantiene pasada esta edad y se convierte en algo habitual, hay que intervenir, puede ser un mecanismo de defensa para mantener la autoestima.

Mentira intencionada, sabiendo que están mintiendo y con alguna intención, como:

Librarse de un castigo. “ Tengo que decir que yo no he sido, para que no me castiguen”

Conseguir algo que quieren o evitar algo que no quieren. “Si digo que he hecho los deberes, conseguiré un premio”

Miedos. “Esto me da miedo, invento algo, una realidad que no me de miedo”

Necesidad de aparentar. “Yo no quiero ser inferior, cuento esto para aparentar ser como los demás o mejor”

Imitación de otras personas que mienten. “Mis papás mintieron en esto, es bueno mentir en determinadas situaciones”

Mantener la estabilidad. “Si cuento esto, las cosas van a cambiar”

Necesidad de ser aceptado y amado. “Si me muestro como desean y oculto lo que no les gusta me aceptaran”

Dificultad para asumir la realidad. “Esto que estoy viviendo no me gusta, no es como debería ser, mejor es de esta otra manera”

En estos casos, debemos indagar cual es la causa de la mentira e intervenir. En determinados casos puede llevar detrás un problema mucho mayor que la mentira en sí; en otros casos es un mal hábito que es importante eliminar. Ya que mentir ante cosas como evitar un castigo, puede no tener demasiada importancia, pero si esta conducta se generaliza, ante problemas mayores el niño o niña tendera a mentir, a ocultar lo que le ha pasado y no podremos ayudarle.

¿Qué podemos hacer para evitar la mentira en los niños y niñas?

Sirve de ejemplo desde el principio. No mientas, que los pequeños vean como por complicado que sea decimos la verdad. Utiliza un estilo de comunicación asertivo consistente en ser sincero pero sin dañar a los otros. Afronta la realidad y cuenta las cosas como son.

Proporciona un clima de confianza. Procura no juzgar al pequeño cuando éste es sincero. Es importante que los niños y niñas crezcan en un ambiente donde se sientan seguros para contar lo que piensan y sienten, sin miedo a ser juzgados o perder la estima de sus seres queridos.

Habla con ellos y explícales la diferencia entre la mentira y la verdad. Y las consecuencias de ser mentiroso y de ser sincero. Puedes emplear cuentos, anécdotas, ejemplos, etc.

Refuerza la sinceridad. Cuando el pequeño nos diga la verdad, aunque esta implique reconocer algún mal comportamiento, debemos reforzar al niño o niña por su sinceridad. Explicarle que no nos gusta la conducta que ha hecho pero que estamos contentos y orgullosos porque ha dicho la verdad. Esto no quiere decir que se libre del castigo por la mala conducta. Se castiga la mala conducta pero se premia la sinceridad.

No le mientas. Es habitual que ante determinadas cuestiones evitemos decir la verdad a los pequeños para protegerlos y no hacerlos sufrir. Es importante evitar estas mentiras, podemos suavizárselas al niño/a, comunicarle lo que sea de manera asertiva, pero nunca engañarle.

Dependiendo de la causa de su engaño, actuaremos de un modo u otro. En todo caso debemos explicar al pequeño que decir la verdad es bueno. Qué todos hacemos cosas o nos suceden cosas que no nos gustan. Pero que no pasa nada, que debemos ser sinceros y asumir lo que hemos hecho o lo que nos ha pasado. Qué la gente le aceptará con sus defectos o con lo que haya hecho mal, pero que debe contarlo para que los demás puedan confiar en él y puedan ayudarle, aconsejarle o apoyarle.


Las mentiras son una parte normal del desarrollo de tu niño en edad preescolar. Todavía están diferenciando entre realidad y ficción y su imaginación les lleva a confabular historias. Así que no te preocupes demasiado por esas primeras mentiras pero aprovéchalas como oportunidades para enseñarle.





Las mentiras imaginarias

Hay diferentes razones por las que los niños mienten en la edad preescolar. A veces nos cuentan historias fantásticas que son fruto de su imaginación pero que no tienen ninguna consecuencia para los demás. Por ejemplo, pueden hablarnos del gato parlanchín que vive en su habitación. Estos son buenos momentos para alentar su creatividad y a la vez hacerle ver que sabemos que no es una historia real. Podemos decirle, “que historia más fantástica me has contado, tienes una imaginación excelente.”

Mentiras para evitar consecuencias

En otros momentos los pequeños dicen mentiras para evitar las consecuencias de sus actos. En su mente, si dicen que no lo han hecho, quiere decir que ¡realmente no lo han hecho! En estos casos es mejor no entrar en un estira y afloja de quién dijo la verdad y hacerle cumplir con las consecuencias de sus actos. Por ejemplo, si vertió un saco de arena y afirma que no fue él/ ella, simplemente dile, vamos a limpiar la arena y recogerlo todo. Así irá aprendiendo que su mentira no le evita las consecuencias.

Mentiras para probar nuestros límites

Puede ser que tu pequeño(a) también cuente mentiras no tan inocentes o mentiras que nos parecen que están dirigidas a manipularnos a nosotros a o alguien en su entorno. En estos casos, los pequeños acostumbran a querer probar nuestros límites. Por ejemplo, un caso común es “papá me ha dicho que puedo comer más galletas” cuando realmente papá no ha dicho nada. 

Es importante mantenernos firmes en nuestros límites y explicarles que las mentiras no van a ayudarle en estas situaciones. Además, si las mentiras persisten, podemos pensar en una consecuencia (por ejemplo, no tener acceso a un juguete durante un día) para establecer cuando nos cuenten la mentira.

Enseñar sinceridad

Esta es una buena época para hablar con nuestros niños acerca de la importancia de decir la verdad y el efecto que puede tener mentir en la confianza de los demás. Existen bastantes historias y fábulas populares que tienen una moraleja o sentido moral acerca de la mentira (por ejemplo, la historia del pastor que mentía “que viene el lobo”) Puedes usar estas historias para hablarle de la importancia de ser sincero con las personas de nuestro entorno.

Entender por qué mienten

Si las mentiras son muy frecuentes y persisten con los años, es importante que probemos de entender por qué están mintiendo. A veces las mentiras pueden estar cubriendo una ansiedad que tienen. Si las exploramos, podemos ayudarles a resolver la ansiedad y a darles las herramientas necesarias para no tener que usar la mentira como un recurso para resolver conflictos. En estos casos puedes beneficiarte de hablar con un profesional (psicólogo o consejero) que pueda ayudaros a ver que hay detrás de las mentiras de tu niña(o).

Enseñándoles con nuestro ejemplo

Como siempre, recuerda que los niños aprenden mayoritariamente de nuestro ejemplo, si nosotros les demostramos honestidad, les ayudaremos a ser honestos. Si les mentimos con frecuencia, les daremos el mensaje que mentir es algo aceptable. Esto no quiere decir que les hayamos de contar todo a nuestros pequeños, pero en nuestras respuestas (que pueden ser muy escuetas y concretas) no les mintamos. Cómo saber si miente?

A menudo es muy difícil para los papás saber si los niños están diciendo la verdad o no. Cuando dicen la verdad, generalmente están relajados y sus expresiones faciales lo demuestran. Cuando mienten, sus expresiones faciales pueden demostrar esta ansiedad. Los padres deben escuchar cuidadosamente lo que sus hijos les dicen. ¿Existen contradicciones en lo que dicen? ¿Tienen sentido sus palabras? ¿Es creíble lo que dicen? Si los niños dicen la verdad, usualmente sus palabras no suenan ensayadas, si lo que dicen suena ensayado, los padres pueden hacer preguntas para ver cómo reaccionan al contestarlas.

No obstante, Juan Pedro Valencia nos da una serie de pautas que podemos emplear para evitar en lo posible las mentiras de nuestros hijos:

- Dar ejemplo: Es difícil pedirle que no mienta si nosotros lo hacemos de forma habitual. Frases tan comunes como decir “Si me llaman por teléfono, di que no estoy”, pueden confundir al niño si luego le recriminamos por decir él algo parecido.

- Crear un clima de confianza que le sirva para tener la seguridad de que puede contarnos todo con tranquilidad y sin miedo.

- Explicarle claramente la diferencia entre la verdad y la mentira. Esto es especialmente importante en edades tempranas, donde, además, ajustaremos la explicación a su edad.

- Felicitarle cuando nos diga la verdad, especialmente si la misma conlleva riesgo de ser castigado. Por supuesto, si ha actuado mal y nos lo confiesa sin mentir no significa que no le debamos castigar, sino que separaremos claramente lo que es un comportamiento inadecuado por su parte de lo que el niño significa para nosotros: le queremos por sí mismo, no por sus actos.

- No reaccionar de forma desproporcionada cuando mienta, siendo preferible reprenderle o comentar lo ocurrido en privado que hacerlo en público.

- Explicar claramente lo que esperamos en cuanto a cumplir normas y los beneficios que conlleva. Ello le permitirá entender bien la relación entre conducta y consecuencias.

- Fomentar oportunidades para que actúe de forma sincera. Nosotros confiamos en ellos pero deben ser honestos con nosotros.

- Guardar proporcionalidad entre la conducta y sus consecuencias. Tan inadecuado es castigar excesivamente una conducta errónea como premiar sobremanera una positiva.

- La mentira no siempre hay que castigarla; a veces es más positivo saber sus razones para mentir, de tal forma que podamos actuar para que comprenda lo valioso de la sinceridad. Aumentará nuestra confianza y al mismo tiempo su libertad y autonomía.

- Liberarse de actitudes neuróticas. Muchas veces reaccionamos con ansiedad ante la simple posibilidad de la mentira: “¿Habrá dicho o no la verdad?” Y cuando la mentira es descubierta, entonces se acosa al niño, se multiplican las preguntas y los interrogatorios, y, haciendo gala de una gran desconfianza, ya no se le cree, aunque diga la verdad.



   Según Jean Piaget el niño preescolar se encuentra en una etapa que se denomina preoperatoria (que va de los 2 a los 7 años) y una de las características en esta etapa es el desarrollo del lenguaje interno, el desarrollo cognoscitivo del pensamiento-lenguaje; es así que podemos ver a nuestros pequeños hablando solos (soliloquios), juagando a ser los maestros del colegio, a ser astronautas y marcianos, en fin. 

También en esta etapa Piaget describe un fenómeno llamado animismo; es decir, todos los objetos están vivos, las piedras, el sol, las sillas, o los juguetes ― ahí no hay ninguna mentira―. Es importante que como docentes o padres de familia dejemos que estas expresiones naturales en el niño continúen, porque están aprendiendo a interpretar y  reinterpretar el mundo mediante el juego libre. 

Pero hay que saber identificar que es un juego con exponencial imaginativo de un engaño. Por ejemplo: si el alumno al estar jugando al avión rompe un jarrón, éste no deberá ser reprendido dado que al correr y estirar los brazos está interpretando las alas de un avión y el vuelo (la realidad). 

Todo  parece indicar que fue un accidente, el niño deberá pedir disculpas y ayudar a reponer el daño yendo por la escoba o el bote de basura, en este caso  no hay mentira. Pero si el niño no quiere reponer el daño argumentando que no fue él, que fue el avión o su primo, o el viento del motor o un ave que pasaba por ahí. Es ahí cuando  intervenimos, pues es ahí cuando comienza a elaborase la mentira para cambiar la realidad y no verse comprometido con el hecho del jarrón roto.

La mentira no nace, se hace. Es necesario decir que el ser humano no comienza su vida mintiendo, cuándo se le ha visto a un bebé llorar mentiras, jamás, las mentiras pueden comenzar a elaborarse cuando el habla misma se desarrolla. Pero no hay mejores  maestros para las mentiras que los adultos. Sin darnos cuenta, nosotros como docentes o padres de familia estamos instruyendo al alumno a decir mentiras. 

Cuántas veces como padres de familia hemos elaborado los deberes de nuestro hijo para terminar más rápido  y le pedimos al niño, le mienta al maestro sobre quién elaboró la tarea. O cuántas veces nos hemos negado al teléfono o a pagar una deuda frente a nuestro hijo. Eso son mentiras que pronto aprenderá a decir nuestro pequeño, está aprendiendo a evadir  responsabilidades. 

Los docentes no nos quedamos atrás, también mentimos; por ejemplo, cuando no planeamos nuestra clase y los materiales didácticos necesarios para su ejecución y optamos por jugar masilla o rompecabezas todo el día, eso es mentir y después le pedimos al niño que diga en su casa que trabajó mucho, ahí estamos injertando el fenómeno de la mentira.   

Toda construcción de la realidad es una interpretación de la misma realidad y si nuestra realidad está llena de mentiras así mismo nosotros estaremos llenos de mentiras. Queremos honestidad en nuestros alumnos, comencemos por ser honestos nosotros con ellos.


Los cuentos no son mentiras, son realidades paralelas necesarias. Es importante tocar al cuento como portador de texto no como portador de mentiras, cuando uno habla de los cuentos podemos interpretar un mundo de fantasía e imaginación lo que muchos interpretarían como mentiras, pero es falso, la mentira tiene por objetivo evadir responsabilidad; sin embargo,  el cuento tiene muchas más funciones y ninguna de ellas es evadir responsabilidad, el cuento desarrolla el lenguaje y  agrega vocabulario, estimula la imaginación. 

El cuento nos ayuda a fomentar la lectura y  la estética en nuestros alumnos. Por lo tanto, en el cuento no hay mentiras, hay un mundo que nos ayuda a encontrar un abanico  de posibilidades de solución para los problemas de siempre.

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